Vol. 1
Joan Didion
“Que nadie se engañe, solo consigo la simplicidad con mucho esfuerzo”
Clarice Lispector, La hora de la estrella (Gonzalo Aguilar Trad.)
Joan Didion forjó su estilo en los epígrafes que aprendió a escribir para Vogue: el ritmo perfecto, la búsqueda obsesiva de las palabras, las imágenes nítidas y elegantes. Sus ensayos políticos y culturales siempre ofrecen el placer sensorial de los detalles: el vestido blanco manchado de vino en el ensayo definitivo sobre los años sesenta, las cortinas de gasa amarilla enredadas en la lluvia para sintetizar la melancolía de la juventud y los sueños neoyorkinos, la caja de fotos ubicada al lado de la puerta a la espera del próximo incendio como cierre de una carta de amor a California.
Escribió El año del pensamiento mágico (2005) para describir lo que siguió a la muerte de su marido, el proceso cognitivo del duelo. La sofisticación y el rigor periodístico de Didion se despliegan en la decisión de no hacer un ejercicio catártico o peor, autocompasivo. Definición de autocompasión: “condición por la cual aquellos que sienten lástima por sí mismos se entregan al dolor y hasta se regodean”. Casi un crimen. Su decisión, entonces, es diseccionar esa forma de locura, detenerse en las cualidades del arroz congee, en las dislocaciones cognitivas que no permiten tirar los zapatos por si acaso volviera, en las recomendaciones para el luto que ofrecen los viejos libros de etiqueta. Como en las fotografías de Julian Wasser, las del Corvette, parece que un hilo de acero le corre por la espalda.